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17 años después, la ESI en la mira

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Con la ESI lxs chicxs adquieren perspectiva amplia sobre los modos de vivir, sentir y expresarse. (Foto iStock)

La sociedad se encuentra en turbulencia, en una crisis social que arrasa incluso los debates saldados y en plena revisión de derechos ya consagrados. Así, la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral (ESI), sancionada en 2006, ha sido puesta bajo la lupa en términos de adoctrinamiento.

En este debate, amplio y diverso, desde Laboratorio indagamos distintas opiniones, por fuera de los progresismos que mayor impulso le han dado a la ESI para que se concrete como un derecho, y acudimos a estudios y la opinión de quienes trabajan con la ESI a diario, los docentes.

En principio, y contrariamente a cualquier fundamentalismo religioso, una encuesta sobre Religión, Política y Sexualidad, recientemente realizada en Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, México, y Perú, por la Red Latinoamericana y del Caribe de Católicas por el Derecho a Decidir (Red LAC CDD) junto a la encuestadora IPSOS, dio a conocer la opinión de 6.037 encuestados en materia de diversidad de representaciones, valores y creencias que viven las personas creyentes. Los resultados arrojaron que más del 60% cree que se debe garantizar la educación sexual en las escuelas públicas. Y si bien hay muchas diferencias sobre cuándo es el mejor nivel para iniciar esta educación, el 22% cree que debe ser a partir del jardín de infantes, el 46% desde la primaria y el 30% desde la secundaria; entre los motivos, que destacan su relevancia no sólo se encuentra la prevención de abusos y embarazos no deseados, sino que el 89% de los encuestados que apoyan la educación sexual en las escuelas asegura que permite construir una sociedad donde las mujeres tengan igualdad de derechos

La ESI resulta así una herramienta para la construcción de derechos y la generación de oportunidades, en el marco de una sociedad más justa. Marca un cambio de paradigma que abrió la puerta a otras tantas leyes vinculadas a la diversidad, sexualidad y los derechos reproductivos. Algo que lxs actuales adultxs no podemos dimensionar, ya que nos ha tocado atravesar una educación donde la sexualidad, los derechos y –en muchos casos- el mismo cuerpo fueron grandes ausentes, más allá de las perspectivas meramente biológicas.

Sin embargo, lejos de la idea de adoctrinamiento, hay toda una generación de niñxs y adolescentes que se han formado bajo un nuevo paradigma, que implica también un entendimiento y acompañamiento ante las dudas y dificultades propias del desarrollo. Por eso, acudimos a algunos docentes para preguntarles su experiencia sobre la ESI en las aulas.

La ESI implica un cambio de paradigma sobre la diversidad, sexualidad y los derechos reproductivos. (Foto iStock)

En este sentido, Carolina, docente de jardín, asegura que “generó un cambio la forma de enseñar, a la vez que organizó los contenidos que ya se iban abordando de manera dispersa. La ESI nos permitió promover chicos y chicas con actitudes más críticas, pensantes y reflexivas. También con los juguetes, que durante muchos años fueron asignados a nenas y a nenes, por ejemplo, utensilios de cocina y muñecas a las nenas y a los nenes, los autos, las herramientas de construcción, las pelotas. Hoy en día todos los chicos y chicas juegan con los mismos materiales lúdicos y eso es un cambio muy importante. Lo mismo sucedió con el uso de los colores, se empezó un poco a desmitificar esto de que el rosa y el violeta son para nenas y el celeste o azul para nenes. Los colores son para todos, para pintar, para vestirse, para crear. No tienen ni dueño ni género. Esos fueron algunos de los cambios más grandes que pude ir observando”.

La docente de inicial asegura que lxs más pequeñxs trabajan la ESI de forma transversal en el día a día, mediante juegos, propuestas. Y agrega, “la ESI es una herramienta fundamental, porque es el principio de una sociedad más justa e igualitaria, porque desde los primeros años los chicos y las chicas comienzan a respetar la diferencias, a entender la diversidad de formas de vida, de familias, de personalidades y eso hace que las acepten y respeten en el futuro. Y que en las diferencias tengan la capacidad de conectar con los demás, de poder estar en un grupo y convivir. Todo lo que se aprende en los pequeños grupos, después se traspasa a la sociedad, entonces me parece que es fundamental”.

Por su parte, Hernán, docente de primaria, realiza una comparación entre su experiencia como alumno y su rol como docente: “antes, nuestra ´Educación Sexual´ se limitaba a algún taller o charlas sobre sexualidad, era un momento netamente biologicista, referido a la reproducción y la prevención de enfermedades de transmisión sexual. Hoy, en cambio, el universo que abarca la ESI es tan amplio que trata desde el cuidado del cuerpo propio tanto como el de los/as demás, la afectividad, los sentimientos, las formas de relacionarse con otros/as, el respeto a las opiniones propias y ajenas, iguales, parecidas o contrarias, la aceptación del/la otro/a como alguien distinto pero semejante. Entonces afortunadamente hay un cambio, de la mano un espectro totalmente expandido que viene a enseñarnos y demostrarnos que la igualdad es posible y necesaria”.

En este sentido, si bien Hernán destaca que “hay algunas familias que en un primer momento pueden llegar a tener ciertos recelos ante la ESI, por lo general después comienzan a comprender su importancia”. Y agrega: “hoy en día para los chicos y las chicas es mucho más fácil interpretar y reconocer ciertas situaciones como abusos, que quizás si no hubiesen tenido esa clase puntual en la escuela, a la que le prestaron mucho más atención que a las otras, no lo hubiesen podido hacer. Así, veo a la ESI como una herramienta de ayuda para la defensa de los derechos de miles de niños y niñas que tal vez no cuenten con los recursos necesarios para ejercerlos. Y en este aspecto, el vínculo con una persona de confianza, como puede llegar a ser un/a docente, se vuelve crucial”.

Los tabúes sobre el cuerpo y la sexualidad que vivimos hoy son producto de lo que nos enseñaron.(Foto iStock)

La experiencia de Maxi es doble, es docente de ciencias en primaria y padre de adolescentes. Y, si bien asegura que es difícil ver el impacto de la ESI porque “son pequeñas cosas que a veces los chicos no comentan”, su percepción es doblemente positiva porque: “abre la puerta de manera institucional para que podamos hablar de temas que a veces familiarmente nos resultan más difíciles de encarar, como el uso de anticonceptivos y la prevención de enfermedades de transmisión sexual”. No obstante, asegura que en muchas escuelas “se trabaja poco o limitado a una perspectiva biológica, y faltaría profundizar más desde lo afectivo”.

El modo en que jugamos, las actitudes socialmente aceptadas, los modelos que son venerados culturalmente, repercuten directamente en la percepción de lxs niñxs y determinan su carácter, las herramientas con las que pueden abordar sus emociones y la forma de superar las adversidades en la vida adulta. Los tabúes y los prejuicios, el negacionismo sobre el cuerpo, el deseo y la sexualidad que vivimos hoy, en parte son producto de lo que nos enseñaron -o no- durante la etapa de desarrollo.

Afortunadamente, las futuras generaciones crecen en medio de este cambio de paradigma, con una perspectiva amplia ante los modos de vivir, sentir y expresarse, al encuentro de la multiplicidad de formas y pensamientos, a sabiendas de cuáles son sus derechos, los límites y deseos… Construyendo un nuevo camino.