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Más allá del punto P, una experiencia de alto voltaje

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Lubricación y juguetes, claves en esta aventura. (Foto iStock)

La exploración de las zonas erógenas puede generar momentos de gran satisfacción. Si bien cada cuerpo tiene una capacidad distinta de abrirse, sentir y gozar, aquí profundizamos todas las posibilidades de expresarse y disfrutar de una sexualidad plena. En esta ocasión, abordaremos el masaje prostático como una práctica placentera que, además, disminuye las posibilidades de padecer enfermedades.

La próstata cumple una función orgánica, asegurando la composición y eyaculación del líquido seminal. La estimulación del Punto P -u ordeñe de próstata- de las personas con pene a través del masaje prostático permite alcanzar una experiencia distinta, mucho más intensa que aquella que produce el orgasmo y la eyaculación tradicional, ya sea mediante la masturbación o penetración.

Si bien se esperan investigaciones más profundas, se cree que el masaje de próstata reduce y mejora los casos de prostatitis, además de experimentar orgasmos más profundos y eyaculaciones más enérgicas. En este sentido, estudios científicos realizados por la Escuela de Salud Pública de Boston han determinado que hay una relación directa entre la cantidad de eyaculaciones mensuales y el cáncer de próstata. La muestra realizó un seguimiento de más de 30 mil personas con pene durante 18 años, y determinó que aquellas que eyaculaban más de 21 veces al mes presentaban menor riesgo de enfermedad, en comparación con quienes no lograban superar las 7 eyaculaciones. Siendo más beneficioso en sujetos mayores de 40 años, con un 22% menos de posibilidades de contraer cáncer de próstata.

Para quienes aún no experimentaron el masaje de próstata y quieren alcanzar nuevas sensaciones, debemos saber que lo importante es ir de manera progresiva, disfrutar cada momento incrementando el placer a medida que se va adquiriendo el gusto. Los masajes en la zona que rodea el ano y en las nalgas facilitan la relajación y el goce de la experiencia inicial.

Ir de manera progresiva para disfrutar cada momento. (Foto iStock)

La práctica puede realizarse de manera indirecta, masajeando la zona que va de los testículos al ano, y se conoce como el perineo, un punto altamente erógeno que al estimularse eleva la temperatura. Los movimientos hacia adelante y atrás, rodeando el perineo justo detrás de los testículos y aplicando cierta presión aseguran placer de alto voltaje.

Si nos animamos a ir más a fondo, podemos maximizar la experiencia penetrando el orificio anal. Alrededor de los 5 centímetros de la entrada es posible palpar la próstata. Siempre con mucho lubricante, procediendo con suavidad y movimientos progresivos. La superficie puede identificarse por su textura –similar a una nuez- que destaca por su leve protuberancia abultada. Su relieve puede cubrirse con movimientos oscilantes que recorran con delicadeza la totalidad de su extensión. La intensidad y la presión varían según las preferencias de cada persona, por eso no debemos olvidar que la comunicación es un aspecto central para disfrutar de todo el encuentro, las prácticas y concretar nuevas experiencias. 

Laboratorio te deja estos tips para que nada falle: 

– Así como en el sexo anal, el lubricante es fundamental para facilitar la penetración y disfrutar sin daños colaterales.

– La higiene es necesaria para que los encuentros no terminen en una pesadilla, indispensable que las uñas estén cortas y las manos limpias. 

– En soledad o acompañadxs, es posible alcanzar el Punto P con juguetes de estimulación prostática, sumar esta alternativa potencia la experiencia. ¡Siempre con lubricante!

Ante todo, no debemos olvidar que el placer y el pleno consentimiento son los pilares para que cada experiencia sea satisfactoria para todxs lxs participantes. Mientras que la comunicación, la curiosidad y el respeto, permiten liberarse de prejuicios e indagar en nuevos modos de vivir una sexualidad plena.