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Y usted preguntará: “¿por qué marchamos?”

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El 28 de junio de 1970 se celebró la primera Marcha del Orgullo LGBT+ de la historia. (Foto iStock)

*Por Leonardo De María

Seguramente en estos últimos días usted fue testigo de cambios de imágenes en las redes sociales de las grandes marcas, la mayoría de ellas incorporando los colores del arcoíris como fondos o a sus letras. ¿Por qué hacen esto?

El mes de junio se conoce como el mes del orgullo LGBT+ cuando alrededor del mundo se suscitan innumerables y multitudinarias marchas, manifestaciones, intervenciones artísticas, declaraciones y reclamos en favor del colectivo LGBT+ teniendo su clímax el 28 de ese mismo mes, celebrando el Día Internacional del Orgullo LGBT+.

La fecha del 28 de junio no es azarosa, como ninguna efeméride lo es, en esta fecha se recuerda la Revuelta de Stonewall ocurrida la madrugada del 28 de junio de 1969. Stonewall Inn fue un pub de Nueva York ubicado en el barrio de Greenwich Village, bastión de la cultura artística y bohemia por aquellos años. Este pub, propiedad de la mafia, era uno de los pocos establecimientos que, a cambio de entradas a precios elevados, daban acogida a las personas abiertamente homosexuales, transexuales, drag queens, y trabajadores sexuales de Nueva York. Por tanto, las razias policiales eran moneda corriente en estos lugares. En ellas se comprobaba la identidad de cada uno de los presentes en el bar y se arrestaba a aquellas personas que vestían con ropa del sexo opuesto, si se resistían se ejercía la violencia desatando la represión policial.

Pero algo cambió aquella madrugada: poco después que la noche del viernes diera lugar a la madrugada del sábado 28 de junio seis policías irrumpieron a los gritos en el Stonewall Inn, a quienes se sumaron otros que ya se encontraban dentro como incógnitos. La policía bloqueó las puertas y las ventanas de los baños para que nadie pueda escapar. El procedimiento ocurría como de costumbre, se enfilaron a todos los clientes del bar para comprobar su identificación, las mujeres policías quisieron llevar a los baños a las personas vestidas de mujer para comprobar su sexo, pero esta vez los asistentes se negaron. Ante esto otros clientes comenzaron a negarse a mostrar su identificación. Aquellos que habían sido identificados y dejados en libertad ya habían salido del pub, pero no habían abandonado la zona generando una aglomeración de personas en la puerta del Stonewall Inn, lo que atrajo a los transeúntes de los alrededores.

Al llegar los móviles policiales la gente agrupada superaba con creces a los policías, quienes al intentar esposar y arrestar a los presentes fueron respondidos con empujones, gritos, piedrazos, latas de cervezas y hasta carterazos. Un reducido grupo de policías se atrincheró dentro del pub con algunos detenidos esposados. Desde la calle los manifestantes comenzaron a arrojar botellas y piedras contra el bar rompiendo las ventanas, por la cual ingresaron basura incendiada para persuadir a los policías de salir del lugar y liberar a los arrestados. El incendio y el aumento de la violencia convocó a los bomberos y a la fuerza antidisturbios de Nueva York, pero ni estos lograron dispersar a la multitud que se burlaba de ellos bailando y cantando. A las 4 de la madrugada, la policía no tuvo más remedio que abandonar el lugar con unos pocos detenidos como trofeo de guerra, los dueños del Pub entre ellos.

Durante la mañana y la tarde del sábado, la gente acudió a ver cómo había quedado el bar y se estamparon grafitis en sus paredes que rezaban “Drag power” (poder drag), “They invaded our rights” (invadieron nuestros derechos), “Support gay power” (apoyá al poder gay) y “Legalize gay bars” (legalicen los bares gays). Durante la noche las sublevaciones se repitieron. Muchos de los que habían estado allí esa madrugada volvieron, pero también se sumó más gente alentada por la esperanza de lo que estaba germinando. Lo más llamativo de esa noche fue la repentina exhibición de “la homosexualidad” pública y abierta: los clientes del Stonewall Inn ya no se escondían en el bar, estaban afuera, en las calles, y alentaban a otros homosexuales a sumarse. El enfrentamiento policial se repitió, esta vez la policía se presentó con más efectivos, pero cuando un oficial capturaba a uno de los presentes, el resto se abalanzaba sobre ellos hasta que lograban liberarlo.

Dicen los testimonios que los gritos de “gay power” (poder gay) y “we shall overcome” (venceremos) se regaron como pólvora entre los asistentes. El autor de The joy of gay sex (el goce del sexo gay), el escritor estadounidense Edmund White, quien estaba presente dijo: “Todos estaban inquietos, enojados pero decididos. Nadie tenía un eslogan, nadie tenía una intención, pero algo se estaba gestando” y no estaba equivocado.

Discriminación, castigos físicos, prisión e incluso pena de muerte por no encajar en la norma. (Foto iStock)

Un año después, el 28 de junio de 1970, se celebró el primer aniversario de la Revuelta de Stonewall Inn, con una reunión frente al pub y una marcha, la primera Marcha del Orgullo LGBT+ de la historia, que recorrió más de 50 cuadras hasta llegar al Central Park. Según informó el New York Times, la columna alcanzaba 15 cuadras de largo. Marchas similares se realizaron en otras ciudades de los Estados Unidos, y año a año esto se fue replicando en los distintos estados del país.

De un tiempo a esta parte son cada vez más y más las ciudades que organizan su propia Marcha del Orgullo y son cada vez más y más las personas que se manifiestan reclamando mayores derechos para la comunidad LGBT+. Las marchas, si bien son una actividad política, de reclamo y reivindicación, se caracterizan por ser coloridas y festivas, con el hilo conductor de reafirmar el sentimiento de orgullo, de allí su nombre, de pertenecer a esas orientaciones sexuales o identidades de género que han sido históricamente reprimidas y relegadas. Orgullo como contraposición a la vergüenza porque, como nos enseñó Carlos Jáuregui: “En una sociedad que nos educa para la vergüenza, el orgullo es una respuesta política”

Ahora, usted puede estar pensando: en Argentina no se marcha en junio se marcha en noviembre ¿Por qué?

Pues bien, la primera Marcha del Orgullo en Argentina se desarrolló en Buenos Aires el 2 de julio de 1992. Unas 250 personas marcharon, con máscaras y caretas por miedo a ser reconocidas y discriminadas por sus amigos, familias o hasta perder sus empleos. El recorrido fue desde el Congreso de la Nación hasta la Plaza de Mayo. La marcha fue organizada por agrupaciones como Transexuales por el derecho a la vida (TRANSDEVI), la Sociedad de Integración Gay-lesbiánica Argentina (SIGLA), Investigacion en Sexualidad e Interacción Social (ISIS), Cuadernos de Existencia Lesbiana, por la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM), por la Convocatoria Lesbiana y la Asociación Gays por los Derechos Civiles. Y contó con la adhesión del sector femenino de la Unión Cívica Radical (UCR) y de las Madres de Plaza de Mayo.

En los años siguientes, las marchas se realizaron en fechas cercanas al 28 de junio como en el resto del mundo:

En 1993 la marcha fue frente a la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, donde los activistas portaron corazones con letras que formaban la frase “Amar y vivir libres en un país liberado” y como se acercaban las elecciones se lanzó la campaña “No vote candidatos discriminadores”

El año siguiente se identificó por un enorme triángulo rosa. Símbolo que los nazis utilizaban para identificar a los homosexuales, bisexuales y mujeres trans en los campos de concentración, y que más tarde, en la década del 70 fue resignificado por la comunidad LGBT+ como un símbolo de identidad del cual sentir orgullo y de protesta contra la homofobia.

En el año 1997 la marcha comenzó a celebrarse el primer sábado del mes de noviembre conmemorando los 30 años de la fundación del grupo “Nuestro mundo”, primer intento de organización en defensa de los derechos homosexuales de la Argentina y de toda América Latina. El cambio de fecha también permitió a los asistentes resguardarse del frío invierno porteño. No debe olvidarse que por aquel entonces el acceso a la medicación antirretroviral con la cual se trata la infección por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) era poco accesible y menos efectiva (recién entre los años 1995 y 1996 aparecieron las nuevas clases de medicamentos que se sumaron a la zidovudina, el único fármaco utilizado hasta el momento como terapia) y mucho de los asistentes estaban en etapas avanzadas de la infección, lo que representaba para ellos altos riesgos de morir por complicaciones asociadas a la patología.

El 5 de noviembre de 2022 fue la edición número 31 de Marcha del Orgullo realizada en la Ciudad de Buenos Aires, interrumpida durante dos años por la pandemia de COVID-19, bajo el lema “La deuda es con nosotres” y a la cual se estima asistimos un millón trescientas mil personas, no todas pertenecientes al colectivo LGBT+, sino también familiares, amigues, aliades, que estuvieron ahí porque deciden apoyarnos, porque deciden acompañarnos en nuestra marcha.

Y si usted sigue preguntándose por qué marchamos, puedo enumerarle los países que aún penalizan las relaciones entre personas del mismo sexo con castigos físicos, prisión e incluso pena de muerte; puedo mencionar las agresiones que sufren infinidades de niñes por no encajar en la norma que les imponen; puedo hablarle de la dificultad de las personas trans para incorporarse al sistema laboral, y de la violencia policial que sufren cada día en la calle, donde ese sistema laboral expulsivo, las acaba lanzando; puedo contarle los Tehueles que nos faltan y las Dianas Sacayán que nos arrancaron, pero como no quiero hacer nada de eso prefiero responderle parafraseando a Benedetti:

Marchamos por el niño y porque todo
Y porque algún futuro y porque el pueblo
Marchamos porque los sobrevivientes
Y nuestros muertos quieren que marchemos

Marchamos porque el grito no es bastante
Y no es bastante el llanto ni la bronca
Marchamos porque creemos en la gente
Y porque venceremos la derrota

Marchamos porque el sol nos reconoce
Y porque el campo huele a primavera
Y porque en este tallo, en aquel fruto
Cada pregunta tiene su respuesta

Marchamos porque llueve sobre el surco
Y somos militantes de la vida
Y porque no podemos ni queremos
Dejar que la canción se haga ceniza.