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Compañeros

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No protagonizan la acción pero no hay razón para no sumarlos a la diversión. (Foto Amr Serag para Unsplash)

Tener sexo es mucho más que la acción de penetrar, implica intimidad, conexión y exploración en búsqueda del placer y el bienestar. Hay muchas zonas erógenas que se pueden estimular mediante roces o caricias tanto con otras partes del cuerpo como con objetos y, hoy, queremos hablar de los testículos. 

Quizás relegados porque el pene suele ser el centro de atención, esta zona genital es delicada pero bien tratada puede llevar al éxtasis. Por supuesto, cada persona tiene su propio nivel de sensibilidad y -como siempre- es importante la comunicación para que su estimulación no resulte dolorosa o incómoda. 

Porque no suelen ser las estrellas principales de la acción, queremos compartir técnicas y alternativas para que sean un gran co-protagonista. Masajearlos, por ejemplo durante la masturbación, aplicando distintos tipos de presión y realizando movimientos hacia arriba y abajo y circulares conteniendo a ambos con la mano puede ser un punto de partida para comenzar a encariñarse. Es un lugar del cuerpo en el que -para evitar la fricción- no está de más usar lubricante para que todo corra con mayor fluidez. Otro tip es sumar un juguete vibrador e ir ajustando la velocidad y ritmo de acuerdo a la comodidad que vayan logrando o un anillo peneano con o sin vibrador que también contenga la zona testicular.

La estimulación del perineo intensifica la eyaculación. (Foto iStock)

Durante el sexo oral, una práctica satisfactoria es la de acariciar y rozar con la lengua distintas zonas. Se puede probar succionando un poco e ir descubriendo la intensidad deseada. Un paso más allá es el “teabagging”, llamada así porque se parece a sumergir el saquito de té en la taza para que las hierbas liberen su sabor y aroma; consiste en colocar los testículos dentro de la boca de la otra persona y subir y bajar para encontrar el goce. Otra opción es jugar con algún sabor, crema, dulce o líquido para después lamerlo de allí.  

La zona perineal, ese camino entre el ano y los testículos, otorga muchas alegrías si se lo estimula. ¿Cómo? Con movimientos ascendentes y descendentes, siempre con delicadeza y midiendo la energía o marcando un rombo con los dedos (se pueden usar dos). Previamente a la eyaculación, la manipulación del perineo mejora los orgasmos. Ya que estamos en este área, podemos sumarle amor extra y fortalecer el suelo pélvico haciendo ejercicio de contracción y relajación de los músculos para mejorar la irrigación, es decir las erecciones y la eyaculación. Y si nos sentimos osadxs, podemos usar estas experiencias como trampolín para la estimulación anal y prostática, una gran fuente de placer y goce.

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