Entrevistamos a Gabi Erotika, una trabajadora sexual que domina prácticas no convencionales y que, a partir de un anuncio en la que ofrecía sus servicios para “hombres sensibles”, comenzó a trabajar como asistente sexual de personas con diversidad funcional.
¿Cómo fue ese recorrido? ¿Qué aprendió? “Una buena sexualidad tiene un gran impacto en nuestra vida”, adelanta.
Laboratorio: ¿Cuándo comenzaste a trabajar explorando la sexualidad con otrxs? y ¿por qué?
Gabi Erotika: Comencé a trabajar de trabajadora sexual hace más de 10 años. En principio, fue, por supuesto, como la mayoría de las trabajadoras sexuales, buscando tener mayores ingresos… básicamente por dinero, y luego se fue transformando en otras búsquedas personales.
Comencé a trabajar con personas con discapacidad por uno de los anuncios que hice, como trabajadora sexual para hombres sensibles. Y ahí comenzaron a escribirme personas con discapacidad. Me generó un debate personal, si trabajar con ellos y atenderlos, o no. Decidí que sí, y ahí se me abrió un portal a diferentes formas de vincularme y ponerle el cuerpo, así que ese fue uno de los motivos.
Lab: ¿Te consideras trabajadora sexual?
G E: Por supuesto que sí, me considero trabajadora sexual. Actualmente, si bien estoy trabajando cada vez menos con la genitalidad, la realidad es que tengo cada vez más herramientas para trabajar con los masajes eróticos. También estoy en una escuela de tantra estudiando diferentes técnicas de masajes, de apertura erótica sensual erógena; por un lado, el tantra y por otro lado tengo la herramienta del BDSM (ver también “El límite está en lo que no queremos hacer”) de diferentes prácticas sexuales no convencionales. Así, está como cada vez más corriéndose el tema de la genitalidad, sin quererlo pero a propósito.

Lab: ¿Qué experiencias te enriquecieron y qué te gustaría explorar?
G E: Las experiencias que más me enriquecieron hasta ahora han sido las experiencias que considero más extremas: trabajar con personas con alguna discapacidad motriz. Mientras más compleja es la discapacidad, mientras mayor inmovilidad tenga la persona o más complejidad haya a la hora de comunicarse… han sido mis grandes desafíos, el poder saltear todas esas complejidades o condiciones, mejor dicho, no son incapacidades, la incapacidad sería para mí el no poder comprender a la otra persona.
Me gustaría continuar con el camino de la exploración de tantra y también de BDSM.
Lab: ¿Cómo se establecen los límites con tus clientxs?
G E: Hay dos formas, cuando yo trabajo con personas con discapacidad, depende la discapacidad de la persona. A veces, esa persona no puede movilizarse por motus propio entonces muchas veces lo llevan hasta un lugar. Pero antes de tener el momento más íntimo con esa persona, lo que hacemos es tener una charla de café con alguna persona tutora, que puede ser el hermano, la hermana, la madre, y charlamos un poco de que cómo fue su exploración, su camino sexual hasta ahora. Puede ser que haya sido muy muy acotado, por ahí habla un poco la madre o charlamos entre los tres. Esa charla también es para que esa persona pueda conocerme y elegir si quiere ir a un momento un poco más íntimo conmigo o no. Y también para conocerlo yo y saber si tengo herramientas suficientes como para tener un encuentro íntimo con esa persona.
La verdad que siempre es positivo y está buenísimo tener ese intercambio previo porque es un momento donde también se empieza a jugar lo sensual. En esa charla, charlo con esa persona o con la persona tutora y el cliente, y en un momento se va el tutor o la tutora y quedó a solas con el cliente en el café. Así que es fundamental tener ese tipo de intercambios que no avasallen a la persona.
Una segunda buena forma también de establecer los límites es a través de una lista de prácticas sexuales no convencionales que realizo para quienes estén buscando una experiencia BDSM. Si bien hay posibilidades de charla, de contemplar algunas modificaciones, también estoy trazando mis propios límites.
Lab: ¿Cómo te iniciaste con los fetiches, el BDSM y a interactuar sexualmente con personas con diversidad funcional?
G E: Yo comencé el trabajo sexual desde un cabaret con las prácticas sexuales más convencionales y con los tiempos muy acotados, es un sexo muy express. Sin embargo, con el tiempo me di cuenta de que quería trabajar por mi cuenta y todo eso fue cambiando.
Las prácticas no convencionales estuvieron siempre presentes, desde el cabaret cuando los clientes tenían por ejemplo fetiches de pies y querían chuparme los pies, y yo disfrutaba mucho de esas prácticas no convencionales. Mientras mis compañeras las detestaban, a mí me iba muy bien con esas prácticas. Ni siquiera sabía el nombre, no sabía ni cómo sostenerla, pero las disfrutaba.
Así fueron mis comienzos hace al más de 10 años, y con las con las personas con diversidad funcional, la propuesta ha sido llevar diferentes objetos para que ellos puedan explorar, ya sea una fusta o jugar con hielo. Son prácticas sexuales no convencionales para un encuentro.
“Lo que menos me gusta es el estigma, el prejuicio”
Lab: ¿Qué aprendiste del intercambio con ellxs?
G E: Básicamente, aprendí a sostener estas propuestas con un tiempo diferente, a cambiar y a sacar la ropa, es elemental eso; agarrar un cuerpo de una manera, desde la silla de ruedas a la cama o de la cama a la silla de ruedas; a comunicarme de maneras mucho más amplias con personas que no que no tienen el mismo lenguaje que yo. Aprendí también a estar atenta a las posibilidades de esa persona, más que a las imposibilidades.

Lab: ¿Qué es lo que más y menos te gusta de tu profesión?
G E: Lo que más me gusta es sentir cómo colaboro desde mi trabajo a que la gente explore y potencie su sexualidad y que eso tenga un impacto mayor aún. Por ejemplo, gente con la que he trabajado que de pronto se empieza a comprar perfumes, empieza a salir más a la calle. Empezar a tener estos intercambios íntimos con una persona profesional y que lo puedan mirar de una manera sensual tiene un impacto integral en la psiquis, en el autoestima. Una buena sexualidad tiene un gran impacto en nuestra vida.
Lo que menos me gusta es el estigma, el prejuicio, pensar que es fácil o todo el cuestionamiento que puede devenir de mi trabajo. Desde pensar que si yo trabajo por mi cuenta entonces soy víctima o que si yo trabajo con personas con discapacidad entonces soy la victimaria porque me aprovecharía de esas personas. Suposiciones que no tienen en cuenta un montón de cuestiones que se generan desde mi laburo y subestiman a las personas que eligen contratarme, y también a mí, con prejuicios.
Lab: ¿Hubo alguna situación insólita con unx clientx?
G E: Dependiendo la mirada de quién lo observe, creo que todas las situaciones con las que trabajo son insólitas. Trabajé con clientes que por ejemplo no saben que son fetichistas de ciertas prácticas, porque no tienen la posibilidad de explorar íntimamente, hasta que en algún momento llega alguien como yo y les pregunta qué cosas le gusta que le hagan. O empiezo a sacarme los zapatos y las medias delicadamente, y noto que esa persona me está mirando mucho los pies, es maravilloso encontrar cuál es el punto de atracción, y eso justamente es el fetiche.Yo creo que todos somos fetichistas solamente que no sabemos bien de qué. Yo sé perfectamente de qué soy fetichista, sin embargo cuesta un poco llegar a ese punto de saber cuando no tenés una pareja o alguien con quien poder explorar.
Todas las anécdotas que tengo que son cotidianas tienen un grado insólito… me he encontrado con una persona autista, que tienen esta forma tan literal de hablar, que cuando le dije: “bueno, tu papá te está esperando abajo”, se quiso tirar por la ventana. Cerré rápidamente la ventana, además estábamos en el tercer piso… Hay que aprender a abordar situaciones complejas.
Si este tema te interesa podés encontrar a Gabi en Instagram o en su web, como también te invitamos a leer Diversidad funcional y sexualidad.