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Huéleme mucho: el poder seductor del olfato

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Cada persona tiene un olor único (Foto iStock)

En todo lo que tenga que ver con la atracción sexual el olor es casi más importante que la belleza”, sostiene Bernardo Conti quien es nariz desde hace casi 40 años, además de químico, consultor y docente en perfumería. 

La singularidad de las personas también se expresa a través del olor corporal; desprovisto de recursos cosméticos y artificios todos tenemos una fragancia natural única. Así como una madre identifica el olor de su bebé, las personas encuentran en los vínculos aromas comunes que producen atracción o rechazo según sea percibido. No hablamos de higiene y pulcritud, sino de la esencia de cada unx

La aseveración retoma la obra de del escritor alemán Patrick Süskind en “El Perfume”: la idea de alcanzar una fragancia perfecta producto de la síntesis de los aromas íntimos, un olor capaz de exaltar y excitar los sentidos. Sin embargo, para conseguir ese extracto de cada persona es necesario matar a su portador. 

La singularidad detrás del aroma más personal –el propio-, explica Conti, se esconde en nuestra piel, que sintetiza una mezcla de ácidos grasos, que varían según la alimentación y la composición del ADN, por lo cual todos los olores son totalmente diferentes de uno a otro. “El olor es fundamental, con perfume o sin perfume. Cada parte del cuerpo tiene su propio olor, es nuestro costado animal que la cultura y la educación han tratado de borrar sin éxito y remite al instinto natural de aparearse”. Es allí donde el olor opera sobre el deseo, provocando la necesidad de cercanía y atracción.

En la actualidad, el impulso de oler bien ha motivado una industria que crece a partir de la seducción y es porque “el olfato funciona de muchas maneras al iniciar un vínculo amoroso o un vínculo romántico, donde el perfume es un elemento central hoy en día”, afirma el experto. 

Perfumarse para estimular los sentidos es una tradición que se remonta a la antigüedad, “en Egipto Cleopatra fue una de las mujeres más seductoras del mundo debido a los perfumes que utilizaba”. Así como “Catalina de Médici, reina consorte de Francia, siempre usaba un perfume diferente y era considerada una mujer súper sensual”, profundiza. 

Sin embargo, la supremacía del olfato tiene un origen de supervivencia en la naturaleza, “la mayoría de los mamíferos reconocen la teta de su madre por el olor, los recién nacidos reconocen la teta de su madre a pesar de haber muchas lactantes en la manada, lo mismo sucede con el ser humano en tanto animal”, afirma Conti.

Asimismo, las feromonas cumplen una función significativa en la mayoría de los mamíferos salvajes, “los no domesticados siguen a las feromonas, como el salmón que nada contracorriente por las feromonas que libera la hembra y que son arrastradas desde aguas arriba”. 

La combinación de aromas del cuerpo es un arma de seducción (Foto iStock)

La estimulación a través del olfato ha sido un recurso recurrente a lo largo de la historia, ya sea para excitar o atraer: la comunicación olfativa es muy eficiente. Con o sin perfume, el olfato es un sentido que no puede quedar fuera del juego erótico, un recurso valioso para encender el fuego en la intimidad.Las feromonas son sustancias químicas que produce el cuerpo y brindan información sobre su emisor, su disponibilidad sexual, estados de alerta o defensa. Si bien no son precisamente un olor, se perciben a través de la nariz. Esta sustancia ampliamente utilizada en la industria cosmética se obtiene a través del ganado porcino, “el cerdo tiene la estructura molecular más parecida a la del humano, para obtener esta sustancia hay que matar al dueño de la feromona y eso no se puede”. Sin embargo, aclara el especialista, la introducción de feromonas porcinas en la industria cosmética no ha dado el resultado de excitación esperado por lo que han caído en desuso. 

La posibilidad de perfumarse para generar atracción ha tenido sus vaivenes a lo largo de la historia. Lo que generan esos olores depende de la época y de lo que culturalmente está o no aceptado. “Tiene que ver con todo lo que el cuerpo emana para excitar, la piel transpirada, o por lo menos aceitada, es más sensual. En general, la humedad de la piel, el cuerpo lubricado excita poderosamente pero bueno eso a veces puede ir contra la cultura vigente. Porque estar transpirado puede ser también un ‘pecado’”, desliza el perfumista.

El aroma en la historia
Un relato profundo de Bernardo Conti nos permite acceder a un fragmento de la historia de las fragancias. 
Hasta hace unos 40 años en Japón el perfumarse se consideraba totalmente indecente, una mujer japonesa nunca usaba un perfume, sí cosméticos pero no perfume. En el 4000AC surge la primera receta de un perfume, en una tablilla escrita por los sumerios en la Mesopotamia asiática ya se habla de las bondades del ciprés para agradar a la pareja estando limpio, fresco y perfumado. 

Fresco romano antiguo de estilo pompeyano que muestra a Cupidos haciendo perfume (Foto iStock)

Mil años después, en el antiguo Egipto, perfumarse era casi una obligación social y también lo era tributar a los dioses en forma de humo con sahumerios de inciensos de distintos olores agradables, como beneficio y tributo. En ese momento, el ingrediente más sensual que existía era el labdanum, es la resina de una planta que aún se usa. Hay otros aromas vinculados a la religión, pero muchísimos más vinculados al sexo e incluso recetas de perfumes especiales que eran ofrecidos a la diosa del sexo en templos donde se ofrecía prostitución.

Los romanos adoraban los baños romanos y los aceites perfumados, era muy raro que un romano de clase media o de mayor estrato social no tuviera puesto un perfume y no se bañara al menos una vez por día.

400 años después de Cristo, la Iglesia adquirió centralidad y se opuso fuertemente al perfume, porque en general se trataba de un tributo a dioses paganos y estaba vinculado a la sexualidad. Por estos motivos, ordenó que la mujer se bañe únicamente una vez al mes después de la menstruación y los hombres una vez al año únicamente siempre en aguas corrientes. El jabón no se menciona siempre en los escritos particulares de cada región, o sea, algunos se bañaban sólo con agua, otros con agua y jabón siempre sin perfume.

Al terminar la Edad Media, proliferaron los perfumes hechos de manera artesanal, a medida y exclusivos para cada para cada persona. Y así, el aroma adquirió relevancia en la interacción social. 

La estimulación a través del olfato ha sido un recurso recurrente a lo largo de la historia, ya sea para excitar o atraer: la comunicación olfativa es muy eficiente. Con o sin perfume, el olfato es un sentido que no puede quedar fuera del juego erótico, un recurso valioso para encender el fuego en la intimidad.