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Por fuera de la monogamia

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Transgredir la norma, animarse a experimentar nuevos placeres. (Foto iStock)

No practicar la monogamia es una tendencia que se ha multiplicado; en los últimos 10 años se ha profundizado el interés -y la experiencia- en las relaciones abiertas. Se trata de una tendencia que avanza desde una mirada social más inclusiva.

La atracción por otrxs es normal, sólo que la normalización cultural tiende a suprimir todo lo que vaya por fuera de los mandatos culturales. En este sentido, si la monogamia fuera inherente al ser humano, la infidelidad no existiría. Y sin embargo, para muchas parejas es una traición imperdonable.

No obstante, nos encontramos en un contexto socio-cultural donde la apertura a nuevos acercamientos y encuentros es permanente, es algo que las redes sociales han sabido explotar exponencialmente y las apps de citas capitalizan con mucho éxito.
Datos revelados por la aplicación OkCupid demuestran el creciente interés, ante la pregunta “¿Considerarías tener una relación abierta?”, la respuesta de los usuarios de Reino Unido ha revelado una tendencia: mientras a principios de 2020 25% de las respuestas de los usuarios reflejaba interés por este tipo de vínculos, hoy ascendió al 33%.

Puede que la tendencia sea parte de una fantasía extendida, la más recurrente en términos de ratoneo. Pero esta apertura hacia nuevos vínculos también forma parte de una necesidad latente que busca otras maneras de expresarse y que asigna distintos valores a la monogamia, a la fidelidad, al sexo, al vínculo afectivo y al deseo.

Lo más importante es que la motivación que origina la transición de una relación monogámica hacia una apertura de cualquier tipo (Swinger, poliamor, semi abiertas o monogamish), no esté determinada por la necesidad de salvar una relación cerrada. Si las cosas no van bien, lo más probable es que la apertura termine por derrumbar el lazo.
Sin embargo, si el atractivo está en la posibilidad de experimentar, compartir o incursionar en nuevas prácticas, lo importante es la honestidad, con nosotrxs y con lxs otrxs con quienes conectamos.
La responsabilidad sexoafectiva que implica un vínculo no puede ser ajena a la práctica, de cualquier tipo. Y es ahí donde está el verdadero compromiso.