Desde que el uso de Internet se extendió a nivel global, la sexualidad pudo incorporar nuevas dinámicas en la forma de sexting. Se trata de una práctica voluntaria, que recurre al intercambio de imágenes, videos, mensajes y/o videollamadas con altos niveles de erotismo y contenido sexual a través de medios electrónicos.
Los intercambios sexuales a la distancia han existido desde que la humanidad puede comunicarse, las cartas fueron el canal más antiguo utilizado para mantener la mecha encendida a través de escritos de gran erotismo. La modernidad, junto a la tecnología, han progresado con nuevos modos de mantener el vínculo sexual incluyendo la imagen y la inmediatez a este intercambio.
Si bien los nativos digitales son quienes llevan esta práctica como estandarte, se estima que cerca del 40% de lxs jóvenes ha sexteado, gran parte de lxs adultxs ha encontrado en la tecnología un excelente recurso para satisfacer la ansiedad sexual, casi el 70% de lxs mayores de 25 años ha enviado o recibido algún tipo contenido erótico de otra persona incursionando en la práctica de sexting. Algo que se ha disparado gracias al uso de smartphones.
El objetivo del sexting está enfocado en mejorar la relación con la pareja a través de mensajes sexuales, eróticos o pornográficos. Sin embargo, estudios recientes han determinado que hay una expectativa de reciprocidad al enviar y recibir estos contenidos. Un ida y vuelta que busca intercambiar gratificación erótica en un juego autoregulado.
La interacción resulta satisfactoria y placentera durante el intercambio, pero… ¿Qué sucede después? ¿Qué pasa si la persona con quién realizamos sexting no es alguien de plena confianza, o bien, el contenido audiovisual cae en manos de terceros, que quieren aprovechar esa exposición para ejercer sextorción? Los límites y el erotismo pueden ser vulnerados exponiendo a las personas a situaciones no deseadas.
En la motivación erótica y la satisfacción del momento es posible que ciertos aspectos puedan ser descuidados. Por eso, te tiramos unos tips para que disfrutes del sexting sin arrepentimientos:
– Tené en cuenta que hay aplicaciones que permiten mandar imágenes de una sola impresión: una vez abierta, la imagen no puede reproducirse nuevamente. También hay apps que impiden la captura de pantalla e incluso se comparten por un corto período de tiempo. Esto evita la viralización en caso que el dispositivo caiga en manos erróneas, haya un uso extorsivo e indebido de esas imágenes o se reenvíe sin la autorización de quien las envió originalmente.
– En lo posible, siempre es mejor evitar que las imágenes compartidas contengan señas propias de la persona: el rostro, un tatuaje, un piercing particular, etc. En caso que la imagen se difunda por circuitos no deseados, dificulta identificar a quien protagoniza el contenido erótico.
– Lxs más jóvenes, víctimas de grooming. Se trata de prácticas que pueden salirse del control de quien generó el contenido, y someterlx a personas incescrupulosas. Es importante que haya espacio de diálogo y un abordaje responsable sobre las implicancias del sexteo.
– Consentimiento explícito y permanente, que puede ser revocado de un momento a otro. Lo que aparenta un juego erótico puede también convertirse en una forma de acoso si no está consentido, o se han traspasado los límites previamente establecidos entre los participantes, incluyendo imágenes explicitas pueden no ser parte de la dinámica. Es fundamental que ambas partes brinden su consentimiento permanentemente, algo que puede ser revocado en cualquier momento del intercambio y dialoguen sobre lo que están dispuestxs –o no- a realizar.
Sin dudas, el sexting es una dinámica sexual muy erotizante y un recurso útil para amantes a la distancia o limitados para lograr el contacto físico. No sólo promueve las fantasías y el erotismo, sino que motiva a alcanzar mayores niveles de placer por medio de la autosatisfacción a la vez que enciende las previas al encuentro cuerpo a cuerpo. Se trata de otro modo de explorar la sexualidad y descubrir nuevos niveles de placer.